En 1909 visita París, interesándose especialmente por la obra de Toulouse-Lautrec y de los fauvistas, encabezados por Matisse. También le llaman la atención los trabajos de Van Gogh, Gauguin y Munch. A su regreso a Viena se produce un importante cambio en su pintura ya que finaliza la época dorada y empieza la etapa identificada como caleidoscópica, en la que el decorativismo y la diversidad de colores se adueñan de sus telas.
Klimt es un pintor verdaderamente personal y sus obras fácilmente reconocibles. Casi siempre vemos en sus cuadros bellas escenas de carácter sensual y erótico, donde las mujeres suelen ser las protagonistas, rodeadas de flores, dorados y tejidos de colores tratados con finura, elegancia y buen gusto. También pintó bellos paisajes con jardines y flores.
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